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1 dic 2011

Entre sentimientos y palabras

Por Lucía Gamboa Chávez. 

Para leer éste y otros artículos de nuestra web magazine de diciembre de 2011:

http://issuu.com/psicologiacca/docs/magazine_3


Los seres humanos creamos un mundo interno muy potente con el cual vivimos paso a paso, pero muy pocas veces nos detenemos a concientizarlo. Diariamente nos alimentamos de palabras, así como nos alimentamos de comida, que bien sabemos, el tipo de comida que digerimos es igual a qué tanto nos nutrimos, así las palabras que nos decimos día con día nos alimentan “el alma”, palabras que pueden ser de consuelo, de envidia, de enojo, de amor, etc. que además conllevan a su vez una entonación y si lo vemos todavía más allá se acompañan de lenguaje no verbal.

Si hacemos un recuento, la generación a quienes les trae recuerdos los Smashing Pumpkins o vive momentos mágicos escuchando a Caifanes, llevan ya un camino bastante recorrido en estas cuestiones de palabrería, desde la infancia en relación con sus familiares, en la etapa escolar con compañeros y maestros, en la adolescencia con los amigos, con la pareja, en la adultez con compañeros de trabajo, y si nos ponemos a ver el aquí y el ahora el individuo tiene ya un concepto del mundo y del ser humano que lo hace actuar respecto de eso que piensa. Llegan ocasiones en las que se siente confundido, y cómo no si muchas veces encuentra incongruencia entre lo que se dice, cómo se dice y cómo se representa, y no sólo en los otros sino en sí mismo.

Pero cómo es que algunas veces las palabras suelen tener más peso que otras, depende de quién nos las diga, de cómo nos las diga y nuestra disposición para captarlas. Sin embargo hay un factor desencadenante dentro del mundo de las palabras, he escuchado muchas veces a gente decir “cree en ti” pero para mí eso me resulta hasta cierto punto incongruente, no podría de pronto decir si ya “creo en mi” porque no es una etiqueta que se pueda pegar en la frente, en realidad hay un sentimiento y una serie de sucesos detrás del “creer en ti” o no, y no se puede no “creer en uno mismo” todo el tiempo, existen circunstancias en las que una persona cree absolutamente en sí y otras en las que la persona simplemente no puede ponerse el sticker.

Pero ese sentimiento de “no creer” (por poner sólo un ejemplo) se ha generado desde la infancia porque es ahí donde comienza el lenguaje y la relación con los otros, pero el lenguaje era mayormente no verbal, a través de miradas, caricias y tonalidades de voz, la persona crea un sentimiento y después le pone palabras.

En conclusión si por ahí te cuesta trabajo resolver alguna situación personal y por más que te dicen, no logras cambiar, podría ser que no quieres hacerlo, no tal vez sabes cómo hacerlo, o va más allá de palabras, quizás sería bueno probar con un proceso terapéutico. Y bueno, los dejo viendo este video que a mí me gusta mucho y en lo personal “creo en él”:

http://www.youtube.com/watch?v=hMpjUAKIyUo&feature=related